La publicación de mi libro Relatos desde el otro lado, creado con la asistencia de la inteligencia artificial (IA), me ha acercado al debate, que no es nuevo, que está planteado acerca de la IA, tanto en el ámbito de la creación literaria, como la fotografía, la pintura, incluso la música.
La relación entre inteligencia artificial y creación es uno de los temas más fascinantes y controvertidos de la actualidad. Históricamente, la creación —en arte, literatura, música o cualquier ámbito innovador— ha sido vista como una expresión profundamente humana, vinculada a la emoción, la intuición y la experiencia. Sin embargo, la IA está desafiando esta noción al demostrar capacidades creativas sorprendentes.
En opinión del Premio Nobel de Literatura Abdulrazak Gurnah «la inteligencia artificial, en general, no es capaz de tener la misma sensibilidad ni creatividad que un ser humano», aunque cree que sí «es una buena herramienta para los escritores porque te puede iluminar sobre algún tema que estés investigando. Aunque yo prefiero sumergirme personalmente en lo que trabajo».
Para Pablo Sanguinetti, escritor, investigador y profesor en la intersección entre humanidades y tecnología, «estas herramientas (subrayo la palabra: ‘herramientas’) ofrecen nuevas posibilidades expresivas a los artistas». El mismo escritor mantiene que «desde hace tiempo hay prácticas creativas muy interesantes que aplican inteligencia artificial para obtener resultados estéticos diferentes o para reflexionar sobre la propia tecnología».
Por su parte, Consuelo Sáizar de la Fuente, socióloga de la Cultura, y exdirectora del Fondo de Cultura Económica de México del Cerlalc asegura que «si Octavio Paz escribió que ‘conversar es humano’ no podemos sino sorprendernos ante una creación tecnológica que es capaz de imitar de manera muy persuasiva la práctica de la conversación».
Para asegurar después, que «las posibilidades que se abren con la IA son ‘herramientas’ que no conviene sobrevalorar ni menospreciar, son extensiones de nuestras capacidades que haremos bien en explorar en vez de rechazar».
«Creo que habrá pronto, si es que no la hay ya, una generación para la que el apoyo de la IA sea tan natural como para nosotros el del ordenador». Piensa Pilar Álvarez, directora de Alianza Editorial
Muy interesante es la opinión de Carolina Saní, una escritora, columnista y docente colombiana, quien asegura que «otra línea o ámbito en la que podría actuar la inteligencia artificial es la de ser aliado de la tendencia de lo políticamente correcto, frente a la cultura woke, que busca textos asépticos y, a veces, una revisión retroactiva del pasado».
Por último, Jacobo Bergareche, que compagina la escritura con su trabajo como productor audiovisual y guionista, y que colabora regularmente en diversos medios, sostiene que «los chatbots están calibrados por legiones de ingenieros que se aseguran de que jamás muestren sesgos ni perpetúen prejuicios sobre cánones de belleza corporal, estereotipos de raza o de género, que no respondan a cuestiones sexuales escabrosas y en general que eviten cualquier lío con este tipo de lectores propensos a sentirse ofendidos».
Como conclusión se puede señalar que la inteligencia artificial y la creación se encuentran en una encrucijada que redefine los límites de la imaginación y la innovación. La verdadera fuerza de la IA radica en su potencial para colaborar con los seres humanos, ampliando las fronteras de lo posible sin reemplazar la sensibilidad, la subjetividad y la intuición que son inherentes a la creación humana. Más que una amenaza, la IA se presenta como una oportunidad para enriquecer nuestra capacidad creativa.
Para terminar, puede encontrar una muestra de lo que se apunta aquí, en mi libro ya citado, un interesante experimento que se puede adquirir en los siguientes enlaces
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