Desde que mis ojos vieron la luz se fijaron en la vida cultural, que es esencial para cualquier individuo. Participé en ella con mis mejores herramientas y el resultado no lo considero demasiado desastroso Y digo esto, porque durante las últimas jornadas he participado y disfrutado de diversos eventos de la cultura malagueña y creo diagnosticar que goza de buena salud.
Tenemos una Orquesta Filarmónica que suena cada día mejor, la Sinfonía nº 4 en fa menor, op. 36, dirigida por Aldo Ceccato, que lleva en la frente la marca artista, hizo más grande a Tchaikovsky. Hice doblete y también disfruté el viernes de una sesión de jazz que no tiene nada que enviar a los clubs neoyorquinos, con la presencia de otro genio que habita entre nosotros, Arturo Serra. Y anoche, asistí a la presentación de la nueva creación de Rafatal.
Puede ser que fuera allí, rodeado de amigos y demasiados conocidos donde llegué a la conclusión de que a la cultura malagueña, que está plagada de excelentes creadores en todos los campos, le sobra el corsé que se empeñan en ponerle los gestores de las diferentes administraciones. Ya contaré alguna anécdota.
Ahora me dispongo a preparar un auténtico cocido madrileño, que espero resulte espectacular, para pasar el día charlando con un puñado de amigos. Me voy para los fogones
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