Desde hace ya demasiadas semanas, Susana Díaz pasa parte de
su tiempo entretenida en deshojar la margarita que determinará la decisión más
importante de su apretada biografía política. La profesional no existe. Sí, no,
sí, no, sí, condicionada por dos elementos destacados, el miedo a perder y la
ambición desmedida.
Personalmente me decepcionó la intervención de Susana Díaz en su acto de Madrid, en el Auditorio de la ONCE,
no porque creyera que iba a realizar el anuncio tan esperado, ¡me tiro al
barro!, sino porque sólo fue capaz de ofrecer más de lo mismo. Un discurso para
parroquianos, o miembros de la agrupación socialista de Triana, en la que sólo
le faltó abrazar a las farolas.
Aquí puedes leer el artículo completo "La margarita de Susana Díaz", firmado por Ramón Triviño
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