El puente de la
Constitución ha servido, supongo que entre otras cosas, para otear con sosiego
el agitado panorama político y especialmente el que incumbe al Partido Socialista (PSOE). La
conclusión de la reflexión realizada se dirige a buscar la solución a un
conflicto interno que cada día que pasa se antoja más enervado. El tiempo está
jugando un papel inverso al deseado por la Comisión
Gestora del PSOE.
Las diferencias entre el aparato
de Ferraz y la voluntad de la
militancia y los votantes se agrandan cada día y sus aspiraciones recorren
caminos contrapuestos. Hace años que los analistas próximos a la izquierda
vienen hablando de la imperiosa necesidad de que el PSOE emprenda el camino de la regeneración que sin lugar a dudas no puede venir de una
estructura apolillada que no está en condiciones de generar un proceso
revitalizador.
En estas mismas fechas hemos podido asistir a nuevas escenas
del enfrentamiento entre los dos aspirantes, aún no declarados, para hacerse
con las riendas del poder en el seno del Partido
Socialista. De una parte Susana Díaz,
la sultana, como la llaman sus
detractores, que sigue cosiendo sin hilo y que juega a amagar, mientras que
trata de captar adeptos entre los otrora partidarios de Pedro Sánchez.
Un juego que no le beneficia, a pesar del descarado apoyo de
la gestora que preside Javier Fernández y que ha emprendido
sin saber hasta dónde llega su propia altura. No es lo mismo manejarse en Andalucía, por otra parte, una
comunidad determinante para el PSOE
y todo el conjunto de España, que
dar el salto a Madrid, donde no
contará con sus actuales resortes de poder ni con el coro de los que la halagan sin cesar y que la pueden equivocar
respecto a su futuro personal y a su propia estatura, que ni ella misma conoce.
Javier Lambán junto a Susana Díaz en Umbrete (Sevilla). |
Un ejemplo de su errónea política para trasladar su imagen
de mujer de Estado al conjunto de los ciudadanos lo encontramos en el acto
celebrado el pasado viernes día 9 en la Agrupación Socialista de Umbrete (Sevilla) en el que el presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, auguró que la presidenta
de la Junta de Andalucía va a acabar "mandando" en el PSOE en los próximos meses. Y aseguró
que, tras muchas conversaciones y encuentros, estaba convencido de que “los
dioses del socialismo y de la política la cubren con un manto más poderoso del
que la cubrían hace un año".
Lambán remató su
particular exaltación del culto a la personalidad añadiendo que hay pocas
personas en este país y en el PSOE que
tengan la "capacidad de empatía" que tiene Susana Díaz, algo fundamental a la hora de ejercer el liderazgo,
según Lambán. Y recalcó que el PSOE
necesita un liderazgo "incluyente" y "fuerte", capaz de
retomar el camino. Y añadió que la presidenta de la Junta va a ser requerida en
los próximos meses "para parar, templar y mandar" y que "con la
ayuda de todos nosotros" va a acabar mandando.
En consecuencia, el símil taurino de Lambán viene a poner de manifiesto que el Susanismo significa todo lo contrario de lo que demandan, no
sólo la militancia del PSOE sino
también la inmensa mayoría de los votantes de las históricas siglas. En
consecuencia, el PSOE no necesita
para nada la fórmula que representa la
sultana y que según las encuestas gusta mayoritariamente a la derechona.
La alternativa, de momento, parece encarnarse en la figura de Pedro Sánchez Castejón, quien reapareció
durante el citado puente en Asturias, donde volvió a reclamar un PSOE más democrático, unido y
enfrentado al PP. Aunque el problema
de Sánchez, o el de su futuro, está
también en su falta de decisión para anunciar su candidatura a la secretaría
general y a las hitopéticas primarias,
cada día más cuestionadas por el aparato.
Pedro Sánchez interviene en San Martín del Rey Aurelio (Asturias) |
Una sensación que se extiende como mancha de aceite, junto a
la impresión de la carencia de un proyecto político definido, a pesar de lo
cual es incuestionable a día de hoy con quién está la militancia y el
electorado socialista.
En cualquier caso habrá que estar atentos a los posibles
nuevos liderazgos, que aporten savia nueva o a aquellas propuestas
programáticas que dibujen bien las soluciones a los problemas que tiene
planteados la socialdemocracia, pero esencialmente, el conjunto de los
ciudadanos.
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