Blair y Bendodo en la Plaza de la Marina |
En las escasas 48 horas en las que me vi obligado, por
razones ajenas a mi voluntad, a abandonar mi butaca de patio desde la que suelo
observar el escenario político, llega la noticia de que la cabeza del compañero
Curro Troya ha sido entregada al poder político, volviéndose a repetir una
suerte del pasaje bíblico, narrado por Marcos y Mateo, en la que la venganza
lleva a colocar la cabeza del Bautista en bandeja por decisión de Herodes y a
petición de Salomé.
El presunto delito de Curro Troya ha sido el de opinar sobre
un hecho cierto, la visita de Tony Blair a Málaga, en la que hasta ahora era su
columna semanal en el diario Sur, ‘Arde Troya’, titulada “El otro ‘mocito feliz’” (leer aquí). El periodista es una nueva
víctima del talante ‘democrático’ que suelen sufrir algunos de los que sientan sus posaderas en
los sillones del poder. Estos días hay variopintos ejemplos. No hay más que
recordar lo sucedido al frente de cabeceras como ‘El País’ o “El Mundo”.
Pero de la mordaza que tratan de imponer a los medios de
comunicación, y sobre todo a sus voces más críticas, no sólo son responsables
los políticos que no gustan que se airee su gestión, sino también, y quizá en
mayor medida, algunas empresas editoras que prefieren mirar para otra parte y
callarse antes de poner en riesgo los dividendos de su cuenta de resultados.
Vivimos malos tiempos para las libertades y los derechos,
pero esto no es nuevo. Yo mismo sufrí un episodio similar en otras épocas, en el
mismo medio y con gobernantes de otro partido. Hechos que invitan a mostrar el
apoyo y cariño al compañero Troya e invitar a todos los ciudadanos a continuar
en la lucha por las libertades que algunos intentan arrebatarnos.
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